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DIARIO FOTOGRAFICO
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TRÍPTICO DE HUARAZ I > artículo sucesivo
El glaciar mutilado
Huascarán
PERÚ - Texto y fotos de Luca Belcastro, 4 de octubre de 2010
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espués de un viaje nocturno, al amanecer llego a los 3.000 metros de altitud de Huaraz, en la región de Ancash. Los pasajeros en el autobús, tratando de descansar luego de charlar entre ellos o de haber visto las películas que se transmiten en las pequeñas pantallas del vehículo, volvían a sus hogares con una "marca" que, aún sin quererlo, me llamaba continuamente la atención. Todos tenían la punta del dedo medio teñida de color violeta. Una situación al parecer inquietante, pero que era simplemente la clara señal del hecho de haber participado, el día anterior, en las elecciones administrativas. El único día disponible.
En Perú, la participación en las votaciones es obligatoria, un "deber" y se multa a las personas que no ejercen este "derecho". Esta obligación contribuye a movilizar en masa a los habitantes que se amontonan, atestan las calles y hacen bullir el ambiente. El más tranquilo domingo, especialmente en las horas matutinas, se transforma y supera en la confusión a los regulares días hábiles. Todo el mundo parece estar sin aliento y preocupado por lograr completar el acto en las pocas horas y en las pocas sedes dedicadas a esta actividad.

Huaraz es una ciudad donde viven 150.000 personas, completamente reconstruida tras el fuerte terremoto que en 1970 causó la muerte de 70.000 habitantes de estas zonas. Aquí retomo la costumbre "peruana" de los tours organizados, que tanto he frecuentado, especialmente en 2007.
Entre los países latinoamericanos que he visitado, el Perú sigue siendo el que parece mejor organizado y con más propuestas en este sector, ello parece obedecer a la enorme riqueza y variedad paisajística, natural, cultural y arqueológica que lo caracteriza.
Gracias a esta organización, en estos últimos años he visitado una gran cantidad de lugares y ambientes naturales, que de otro modo no habría tenido la oportunidad de conocer, debido al tiempo limitado que tenía a disposición en cada lugar por donde transitaba.
Ese "mercado" justifica la presencia de un número infinito de pequeñas agencias turísticas y de muchísimas guías con sus respectivos cursos universitarios de preparación. La estructura resultante evidencia una gran iniciativa organizativa, aunque con defectos y problemas, que contrasta con el escaso compromiso de los propios peruanos en el campo de la organización de eventos y actividades culturales y artísticas, especialmente en Lima. Aquella gestión organizativa parece ser delegada a otros, como a los centros culturales extranjeros. En la capital, esta actitud es evidente y contribuye a alimentar la usual presunción, esa arrogancia occidental hacia los habitantes locales que se manifiesta en los programas que se presentan y en la conducta de los "artistas" invitados.

Hoy en día está previsto un tour por la naturaleza.
Como siempre al momento de la partida los preparativos la retrasan: si esto sucede ya cuando se utilizan los pequeños micros, esta vez la demora se ve amplificada por el hecho de que el autobús tiene capacidad para treinta pasajeros.
Al comienzo del viaje, la música comercial a alto volumen de la radio, insistente, se alterna con las anécdotas relatadas por la guía, con los cuentitos que se proponen habitualmente en este tipo de tour, presumiendo que son las cosas más interesantes para los turistas, cuentitos banales ya repetidos mil veces y dichos sin convicción y por esto realmente poco atractivos. Para el tipo de trabajo repetitivo y la falta de confianza e intimidad con los clientes, es difícil que las guías logren "relajarse" y contar de manera creativa sus experiencias de vida, sus conocimientos reales fruto del vivir inmersos en culturas de largas tradiciones, y las emociones que sienten frente a paisajes naturales con los cuales se relacionan cotidianamente. Sin embargo, cuando esto sucede, los cuentos adquieren otro peso e interés, pasando a un nivel más profundo, muy fascinante.
Entre música de fondo y cuentos de tono monótono en contraste con la belleza del paisaje, el bus recorre el Callejón de Huaylas, el valle entre la árida y oscura Cordillera Negra, rica en minerales, y los cientos de glaciares que forman la Cordillera Blanca, con aguas termales y lagunas de mil tonalidades, con matices que dependen de la intensidad de la luz del día y el tipo de vegetación que el agua refleja.
Estos glaciares, sin embargo, están destinados a desaparecer en los próximos veinte o treinta años debido al calentamiento global del clima. Algunos en mucho menos tiempo. Así que, probablemente, se perderá una de las definiciones típicas del lugar, que aparece en todo el material promocional e incluso en las inscripciones en los buses: la Suiza peruana.
No tengo el dato de que en Europa, Suiza haya sido llamada alguna vez el Ancash Europea...


Los restos oxidados por el tiempo de un viejo bus encartuchado, algunos fragmentos de la que antes era una catedral, cuatro palmeras, tres de las cuales se encuentran reducidas sólo al tronco, y un cementerio, son todo lo que queda de Yungay, una ciudad colonial de 20.000 habitantes, que ahora descansan debajo de siete metros de tierra. Todo esto debido al deslizamiento de un enorme sector del glaciar Huascarán, el más alto del Perú, causado por el violento terremoto que en 1970 destruyó estas zonas.
Una estatua blanca de un Cristo con los brazos abiertos, obra de un artista local, asistió impotente a la dramática escena: un fragor, un mar de barro y un silencio repentino, roto por los gritos de las personas implorando inútilmente una ayuda. Una serie de enormes piedras quedan como recordatorio de la inmensa fuerza de la naturaleza que se concentró en ese corto espacio de tiempo.
El viento continúa soplando imperturbable y el glaciar, mutilado a los ojos humanos, sigue observando la escena de la tragedia desde sus 6.768 metros de altitud, la quinta mayor elevación de toda la Cordillera de los Andes.
La pequeñez del ser humano y su esfuerzo creativo desaparecen ante la inmensidad y facilidad de acción de la naturaleza, con su indiferencia infinita.

Saltando y agitando sus asientos traseros por los baches del carril, al ritmo de huaynos, nueva banda sonora que sustituye a la insistente música comercial del inicio del tour, el bus recorre caminos de tierra y empinados con continuas curvas cerradas. Así, entre cerdos, ovejas y pollos pastando, entre bosques de eucaliptos y montañas empinadas, se llega al Parque Nacional Huascarán, a los pies del homónimo glaciar. Y aquí, entre espejos de agua con nombres en lengua quechua derivados de personajes legendarios, paseo a lo largo de las orillas de la laguna Chinacocha de Llanganuco, a 3.850 metros de altura. Rodeada por quenales, característicos árboles de tronco anaranjado, tiene un gran carácter evocador y despierta los recuerdos de miles de lugares que saturan mi memoria.
Esta naturaleza, como siempre, provoca intensas emociones y alimenta la necesidad de "comunicarlas" y compartirlas.

TRÍPTICO DE HUARAZ I > artículo sucesivo

Texto extracto de:

libro diario sudamericanoLuca Belcastro
Diario sudamericano
Viaje entre ritos, música y naturaleza | Viaggio tra riti, musica e natura
LIBRO | en castellano - in italiano | Moretti&Vitali 2011
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